Debo enfatizar de nuevo que el objetivo de este ejercicio no es reemplazar, ni siquiera en posse, la narración basada en la conversión de la vida de Agustín con otra. Eso sería probablemente imposible, en primer lugar, y en segundo lugar, mi punto al comenzar con una revisión de la biografía de Brown es enfatizar que es precisamente la suposición de que una narrativa debe dominar lo que es más cuestionable en la forma de proceder lo que personifica y casi trasciende. La línea de argumentación que he hecho aquí nos anima a volver a considerar en qué consistía la "conversión", pero al mismo tiempo a empezar a imaginarnos conociendo a Agustín no como una unidad única, presumiblemente para emerger del conflicto de opiniones académicas, sino como una figura vista a través de un prisma - una figura de esa manera limitada no muy diferente a nosotros y a nuestros contemporáneos.
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El pasado en el que Agustín habita
Es un tiempo fructífero para comenzar a contemplar a los Agustinos que podemos encontrar de esta manera. La transformación electrónica de las tecnologías del conocimiento, coincidente con las revoluciones de la teoría crítica, nos obligará a reconsiderar cada aspecto de nuestra práctica y propósito académico. En la última década, los cinco millones de palabras de la obra sobreviviente de Agustín se han vuelto repentinamente accesibles como nunca antes. Al mismo tiempo, nos sentimos vagamente amenazados de que en una avalancha de información la lectura contemplativa lineal de textos individuales parezca ser una cosa de menos valor. Vemos también un paisaje secular donde el pasado en el que Agustín habita se está volviendo ineluctablemente más remoto. Podemos estar en el punto en que se abrirá una nueva frontera entre la "historia" y la "prehistoria". Lo meramente textual se alejará de la vista ya que la historia está llena de gente y eventos que pueden ser conocidos a través de grabaciones de sonido y video. Nos encontramos en un punto en el que la información, que durante mucho tiempo fue un recurso precioso, casado con habilidad y manipulado con cuidado artesanal, dejará de ser escasa; y el economista nos dirá rápidamente que en tal caso, el valor de la cosa que se ha convertido en omnipresente cae precipitadamente. Es un momento de vértigo, pero ese vértigo debe llevarnos a pensar ya más cuidadosamente en lo que esperamos de nuestro pasado.
Creación de "Agustín el escritor"
En contra de la narrativa, las próximas construcciones de Agustín enfatizarán el papel constitutivo de la autoformación agustiniana, la forma en que el maduro Agustín creó su propia persona literaria y pública, le adjuntó un relato muy selectivo de su vida temprana, y mantuvo y propagó esa persona en las generaciones siguientes. Por lo tanto, "Agustín el escritor" es en realidad una nueva persona que necesita ser delineada.38 Pero esa figura no es un subconjunto del hombre completo, ya que la única vida que podemos escribir es una creación de "Agustín el escritor". Nos resistimos a ese escritor y por lo tanto reclamamos de sus textos una "vida" de nuestra propia elección, pero una que está totalmente condicionada por su precedente creación de sí mismo. Pero "Agustín el Político" también exige nuestra atención. Para muchos de los que lo conocieron, su poder residía en sus visitas anuales a Cartago y la influencia que ejercía allí. Conocer a todo Agustín es conocerlo, después de todo, como ninguno de sus contemporáneos lo hizo, y por lo tanto falsificarlo creando un todo que es bastante diferente de la suma de las partes vistas como partes.39 Lo mismo puede decirse de "Agustín el Obispo", que ya tiene su propio libro biográfico muy grande,40 pero es precisamente ese papel el que no se le pudo dar un arreglo cronológico en el modo tradicional.
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